lunes, 24 de febrero de 2014

INTENTANDOLO


Rezando entre los zondas,
por sujetar mi sombra al alma
Empuñando los sentimientos
hasta que se haga migajas.
Los brazos de mis montañas,
me consuelan desde que faltas.
Ellas me señalan hacia arriba,
indicándome por donde andas.










Para que entienda que tu partida,
por alguna razón,  esta justificada
Será  que ellas también
en la punta de sus ojos
han congelado  lagrimas
Para seguir de pie sin derrumbarse
por hondas y silenciosas nostalgias.
Solo cuando se deslíen sobre el río
 susurran su pena a las aguas.
Yo estoy tratando de entenderlo
Pero si no puedo tengo esperanza.
Que entre las manos de  Dios
 tu alma de niño ya este acunada.
Aquella que escondiera atinadamente,
Bendito mi Cristo, en tus entrañas
Reglándome el honor  de ser tu hija
 a la que siempre  tanto cuidabas
Porque mi espíritu rebelde y soñador,
era como un espejo para  tu alma.
Por eso acercabas
almohadones a mis caídas
Antes que yo llegara a pasarlas,
Guiando  el silencio de mis duelos
a estallar en profundas carcajadas.
Gritando la verdad y separando
Como siempre el maíz de la saña
Regalando momentos exquisitos
como cada uno de tus charlas.
Tu gusto en debatir deshojando conceptos
con tu juego exacto de palabras.
Recorro esos instantes que vivimos
porque añoro, sentirme acompañada.
En medio de esta angustia miro a Cristo,
 que como vos, yo se, que nunca falla.
En esa fe, voy por la pendiente
enmascarando lágrimas que extrañan
Y como las montañas congelé el semblante,
 pero ritmos de tonada las derraman. 
(publicado en diario de Cuyo 2011)

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