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jueves, 15 de noviembre de 2012

PIEDRA DE MAR - HUMANOS ( CUENTOS)

   Llora mi cuerpo inerte en la aridez de su apariencia, los grillos expanden la apertura del sosiego del día, la luna se descuelga del vació sobre las sombras de los techos que semejan libros semi abiertos protegiendo celosos los secretos de las vidas que se escriben en su seno. La moneda de plata, en el desierto helado de la noche, sacude a golpes de reflejo sus cabellos en soberbia mezquindad   mientras coronan los tejados la astuta artesanía de los gatos negros y el silencio molesto retumba rasguñando los barrotes de vidrios de los ventanales.
   Sumergidos en sus cárceles los humanos, en su incesante búsqueda, de espaldas a lo intenso, se escabullen en ritmos ensordecedores o en imágenes recreadas sobre una pantalla o en compañía de un cuerpo en abismo  o... esperando el bostezo, seguir huyendo. Evitando cercanías como un hecho preventivo para alejar el sufrimiento.
   Por eso me sorprendo, oírlos teniéndome piedad por mi insensible cuerpo, cuando en verdad envidian mis sustancias de roca desean transferirlas hasta sus sentimientos. Parecieran temer aturdirse  en la esencia de otros ojos que los absorba o los distraiga, prefieren diambular  mecánicos, escasos de tiempo.
   Porque es mas seguro explotar el intelecto, conseguir los sabores de placeres intensos y obtener las estrellas mas caras de los cielos o el ruido de las palmas en reconocimiento. Se esfuerzan incesantes por  minúsculos anhelos y conforman la vida reclinando los sueños. Estructuran la senda para llegar muy lejos  y no han acompañado el vuelo de las aves hasta que se confunden con el azul supremo. Creen ser poderosos y temen enfrentarse con lo que llevan dentro.
   Su espíritu agoniza, mis ojos invisibles los miran no entendiendo el instinto incesante de querer poseer solo lo que están viendo . Si fuera accesible la mansedumbre sabia de aceptar nuestra especie y ejercer en el espacio soplado en el azar de un celestial aliento algún cruel reglamento que nos grita los limites. Será la rebeldía de creernos capaces de mutar nuestra esencia.      
   Intento que comprendan lo erróneo del concepto, pero soy insuficiente para comunicarme en sílabas unidas o expresivos movimientos.
   Brilla en lagrimas mi pequeño sol, frente a  la proximidad del eterno vacío, centenares de contornos humanos deambulan con sus últimas gotas de sentimiento que la ambición aún no pudo evaporar. 
   Campanean  decididos los segundos los  cielos  no regalan el  diluvio.
   Va llegando el holocausto... y una soberbia oscura ovillo los corazones con los hilos arenosos del desierto.